sábado, 2 de agosto de 2008

¿Por qué unirse a una congregación?



Uno de los retos constantes que enfrentan los unitarios universalistas es que muy poca gente sabe quienes somos. Y desdichadamente, pese a que nadie ha oído del unitarismo universalista, casi todo el mundo ha oído de la religión. Cuando nos presentamos como gente religiosa, la gente para oreja. 'Religioso' significa algo. Por desgracia, usualmente no significa lo que queremos que diga.

La mayoría de la gente a la que quisiera invitar a una congregación de reciente formación tiene una visión que va de moderada a negativa sobre la religión. Cuando los invito a mi iglesia me encuentro teniendo que pintar mi raya con la derecha religiosa, tengo que asegurarles que no voy a intentar convertirlos en nada, que no voy a hacerlos dejar la bebida que llevan en la mano, que todavía pueden blasfemar frente a mí y, básicamente, tengo que disculpar a la religión en general.

Es una cosa muy incómoda ser una persona liberal religiosa. De hecho, incluso es difícil para muchos de nosotros pensarnos como personas religiosas. Dados nuestros propios sentimientos ambivalentes hacia la religión lo que me pregunto es más bien ¿por qué nosotros los UU nos unimos a congregaciones, mientras tantos de nuestros amigos liberales, políticos y espirituales, no lo hacen? ¿Por qué sentimos la necesidad de organizar una congregación aparte de todas las otras cosas en las que estamos involucrados? ¿Por qué nuestros amigos marchan por los derechos de los trabajadores, meditan diariamente, y salen temprano del trabajo para llegar a su clase de yoga una vez a la semana, pero ni muertos entrarían a una iglesia? Ya sea que nos consideremos a nosotros mismos religiosos, o que encontremos alguna otra palabra menos cargada, deberíamos ser concientes de que nuestros amigos y vecinos nos ven organizar una congregación y nos llaman religiosos. Y se preguntan por qué lo somos.



Hace once años, en enero de 1990, por primera vez entré a una iglesia unitaria universalista. Los quince años anteriores no había pisado una iglesia de ninguna clase, con alguna expectativa espiritual real, desde que dejé la Iglesia Metodista en la que me crié. En el periodo en el que estuve sin iglesia me consideraba una persona espiritual. Leía a Alan Watts y a Krishnamurti. Hablaba con amigos sobre ideas espirituales. Los domingos por la noche escuchaba el programa radial "Religion on the Line" con Dennis Prager. La espiritualidad era importante en mi vida y no sentía la necesidad de unirme a una congregación.

Este es el lugar en el que están mis amigos justo ahora. Tal vez conoces gente así. "¿Para qué tomarse la molestia?", te preguntan. "¿Qué me dará tu congregación que no obtenga yo en mi clase de yoga, de tai chi, y con la lectura de 'El código Da Vinci' y 'Conversaciones con Dios' u otros libros de la lista de superventas espirituales?", "¿Qué me dará tu congregación que no pueda obtener con mi altar doméstico y mi meditación matutina?" Mis amigos me dicen, "obtengo mi espiritualidad de ir al gimnasio, o a un concierto sinfónico, o de un paseo en el bosque, o un campamento en el desierto".



La razón por la que mis amigos no se unan a una congregación no es debido a no estén interesados en la espiritualidad, la religión y las cuestiones éticas y metafísicas, así como en el trabajo de justicia social, en las colectas y fiestas, y en todas las otras cosas que obtenemos en las congregaciones. La razón de que la gente no se una a una congregación es debido a que obtienen todas estas cosas en otras partes de sus vidas. Una congregación sería una obligación adicional que añadir a una lista de obligaciones ya demasiado extensa. Pertenecer a una congregación requiere compromiso y sacrificio, y no ven que les ofrezca algún beneficio adicional. Para la persona con predisposición espiritual y sin iglesia, como lo fui por quince años, una congregación es pura lucha y nada de poder.

El mayor obstáculo al crecimiento congregacional unitario universalista no es que la gente con inquietudes espirituales no nos haya encontrado, es más bien que no nos está buscando. La gente que va tras respuestas espirituales busca en las librerías, en los talleres de yoga y las clases de meditación, no en nuestras congregaciones. Sí, se encontrarían como en su casa aquí. Sí, una congregación unitaria universalista es exactamente la clase de lugar que la gente con inquietudes espirituales disfrutaría y del que podría beneficiarse. Sí, necesitan saber que estamos aquí pero, primero que todo, necesitan sentir la necesidad de estar aquí. Necesitamos decirles que existen beneficios de unirse a una congregación que simplemente no están disponibles por fuera de una congregación.

Puedo identificar seis ventajas específicas que solo una congregación puede ofrecer. Y entre más contemplo mi lista, más me doy cuenta de que todas se resumen en un beneficio general. Te daré primero las seis ventajas y luego el beneficio general.



¿Por qué unirse a una congregación? Porque una congregación reúne individuos religiosos en una comunidad religiosa. En una comunidad encontramos fortaleza en la cantidad. Encontramos manos extra y talentos variados para ayudar en la misión de la congregación. Para las causas que apoyaríamos en lo individual, en una congregación descubrimos los recursos profundos de la gente simpatizante, sus habilidades, y su tiempo, ideas y dinero.

En los días en los que nos sentimos como que no podemos tenernos en pie, y mucho menos sostener el trabajo de la comunidad, una congregación significa que habrá otros que nos apoyen y lleven adelante el trabajo de la congregación. "La vida tiene sus batallas, penas y remordimientos; pero en las sombras, no olvidemos: nosotros, quienes nos reunimos ahora, conocemos mutuamente los padecimientos de los otros, la amabilidad puede curarnos: conforme damos, ganamos". En una congregación reconocemos la necesidad básica de toda la gente de vivir con otros. En comunidad nos energizamos y obtenemos valor. La comunidad nos hace responsables de otros, y por ello también nos hace responsables de nosotros mismos. Las congregaciones nos apoyan para enfocarnos en la esencia del espíritu. Las congregaciones nos recuerdan por el ejemplo uno los objetivos de la religión: la esperanza de que toda la humanidad pueda vivir en paz y justicia como podemos hacerlo nosotros aquí.

"La comunidad vigorizante nos nutre", es una respuesta a la pregunta, "¿Por qué unirse a una congregación?"

¿Por qué unirse a una congregación? Porque una congregación nos implica en las vidas de personas diversas. "Nosotros, de todas las edades, mujeres, niños, hombres, inocentes y sabios que compartimos lo que podemos". La iglesia es casi única en su habilidad para reunir gente de todas las edades, situaciones familiares, y circunstancias étnicas. Los principios y propósitos unitarios universalistas reconocen específicamente la valía y la dignidad inherentes a cada persona. Nuestras congregaciones acogen, deliberada y calurosamente, a gente de diferentes orientaciones e identidades sexuales y de muy diversos caminos espirituales. La diversidad en nuestras congregaciones es un recurso increíble.

La mayoría de las otras actividades en nuestras vidas las pasamos alrededor de gente muy similar a nosotros. Tendemos naturalmente a juntarnos por edad, situación matrimonial, por si tenemos hijos o no, por raza, por educación, por posiciones políticas. Una congregación diversa permite que nuestro conocimiento de lo que significa ser humanos se expanda más allá de nuestra experiencia individual y de las personas como nosotros, para incluir más y más de la verdadera profundidad de la experiencia humana. Una de las metas de la religión es entender, tan completamente como sea posible, la realidad de la existencia humana. Rodearnos con los más variados ejemplos de existencia humana parece un primer paso absolutamente vital.



"La diversidad amplia", es una respuesta a la pregunta, "¿Por qué unirse a una congregación?"

¿Por qué unirse a una congregación? Porque una congregación ofrece una conexión regular con lo trascendente. La congregación, como una organización más allá de nosotros mismos, nos ofrece un espacio en el que nos damos permiso de dejar de lado nuestras preocupaciones y responsabilidades privadas, y de abrirnos hacia lo maravilloso. Ya sea que busquemos un dios fuera de nosotros mismos, o dentro, o maravillarnos ante las capacidades y posibilidades de las mentes y corazones humanos: la congregación nos invita a conectarnos con ese poder, a nombrarlo, a regocijarnos en él, a vivirlo al menos por la duración de la reunión congregacional.

Desde luego, ese sentimiento de trascendencia está disponible para nosotros, ya sea dentro de una congregación, o por fuera. Pero es difícil disponer del tiempo y el espacio para este sentimiento en el resto de nuestras vidas. No llega fácilmente. Sin el espacio y tiempo sagrado de una congregación ese sentimiento puede quedar rápidamente sepultado debajo de las otras necesidades de la vida. La reunión congregacional es un momento que hemos apartado para nutrir y apoyar nuestra conexión con lo trascendente. En sus rituales y su regularidad nuestra congregación puede proporcionar la disciplina y la práctica que necesitamos para acceder regularmente a lo trascendente en nuestras vidas.

"El contacto regular con lo trascendente", es una respuesta a la pregunta, "¿Por qué unirse a una congregación?"

¿Por qué unirse a una congregación? Porque una congregación nos vincula a una tradición de gente con ideas similares, que siguió antes que nosotros nuestro camino espiritual. Nuestra tradición unitaria universalista nos garantiza que no tenemos que hacer solos este camino. Cada uno de nosotros no posee todas las respuestas. Nuestras jornadas espirituales privadas pueden avanzar muchísimo gracias a que nuestros antepasados nos han llevado tan adelante en este camino. Un individuo puede aprender sobre el unitarismo universalista sin unirse a una congregación, pero dado que nuestra tradición es congregacional, no puedes unirte a la tradición sin ser parte de una congregación.

El valor que damos a nuestra tradición honra a aquellos que estuvieron antes de nosotros. Unirse a una congregación muestra nuestra gratitud hacia los hombres y mujeres sin los cuales no existiríamos. En la tradición, nuestros ancestros son recordados y se les concede inmortalidad. Crear congregaciones que honren a nuestros antepasados también nos asegura que congregaciones futuras honrarán similarmente nuestras contribuciones. La tradición reconoce nuestra humanidad ante el hecho de que nuestros logros actuales siempre descansan sobre los logros pasados de otros, y que nuestra existencia espiritual, así como nuestra existencia física, depende del hecho de que otros seres humanos nos precedieron.

"La tradición de apoyo", es una respuesta a la pregunta, "¿Por qué unirse a una congregación?"

¿Por qué unirse a una congregación? Porque una congregación es un reto al crecimiento espiritual constante. El crecimiento espiritual es un trabajo duro. Es fácil caer en la complacencia. Con demasiada frecuencia llegamos a una concepción religiosa cómoda y nos estancamos en ella, sin la automotivación para seguir adelante. Una congregación puede ser un laboratorio lleno de nuevas ideas y de una sensación de emoción en la búsqueda continua. Las lecciones de la congregación, ya sea a través de los sermones, los rituales, los programas de educación religiosa, o en las conversaciones durante el momento del café o la comida compartida, pueden conducirnos a lugares que nunca pensamos que exploraríamos por nosotros mismos. Cuando venimos con preguntas, la congregación provee de respuestas. Y lo que es tal vez más importante, cuando venimos con respuestas, la congregación nos provee de preguntas.

"Un reto para el crecimiento espiritual continuo", es otra respuesta a la pregunta, "¿Por qué unirse a una congregación?"

¿Por qué unirse a una congregación? Porque las congregaciones nos ofrecen una base profunda para el trabajo de justicia social. El trabajo de justicia social es fácil de hacer por fuera de una congregación. Hay cientos de movimientos políticos y causas allá afuera, listos para que nos unamos a ellos, a quienes que no se les ocurriría siquiera mezclar la religión con el buen trabajo que realizan. Pero la religión puede ofrecer a estos grupos lo que ellos frecuentemente no ofrecen, es decir, los principios profundos justificadores por los que la gente se involucra en este trabajo y permanece comprometida.

La respuesta a la pregunta, "¿Por qué hacer el bien en el mundo?" es una respuesta religiosa. Sea la que sea la razón personal que tengamos para nuestro firme compromiso con el objetivo de la justicia, la libertad y la paz para todos y todas, la razón que nos damos a nosotros mismos es nuestra religión. Para muchos de nosotros la razón por la que procuramos hacer el bien se desprende de una convicción poderosa sentida, aunque no fácilmente expresada. Pero sin una filosofía explícita articulada que justifique nuestro sentimiento de desear hacer el bien, nuestro sentimiento puede tornarse confuso, o perderse en favor de una convicción más fácilmente adoptable.

Una congregación puede ayudarnos a encontrar las palabras que nombran y explican nuestros sentimientos interiores profundos. Aquí podemos añadir la razón y la teología a una inclinación ya sentida hacia el trabajo por la justicia. Podemos luchar aquí juntos con ideas sobre Dios, o sobre la esencia de la humanidad, o la naturaleza de la realidad, para luego transformar estas ideas en las fuentes de las que bebemos cuando enfrentamos las dificultades de la vida, ya sea para ayudar a otros, o para ayudarnos a nosotros mismos. El lenguaje que hablamos aquí puede ayudar a sintetizar nuestros sentimientos alrededor de la necesidad de justicia, dentro de principios amplios que animan nuestro trabajo a través de nuestras vidas.

"Una justificación para el trabajo de justicia social", es una respuesta a la pregunta, "¿Por qué unirse a una congregación?"

Estas seis razones para unirse a una congregación se reducen a una razón general. La comunidad vigorizadora que nos nutre, la diversidad amplia, la tradición de apoyo, la conexión con lo trascendente, el reto para el crecimiento espiritual continuado, y la justificación para el trabajo de justicia social, todos surgen del único beneficio abarcador de una congregación. Recuerda este beneficio y comunícalo a tus amigos y vecinos. Este es el beneficio de una congregación que no puedes obtener con tu meditación solitaria frente a tu altar casero.

En la congregación te expones a personas que no son tú. Te ves cuestionado por ideas que no podrías generar por ti mismo. Te ves desafiado por ideas que no aparecen en los libros que escogerías por ti mismo en la librería. Te ves forzado a alternar con personas que no son de tu edad, o sexo, o raza, o situación familiar. Gente que no son tú te hace preguntas duras sobre tus creencias y te fuerza a mirar más profundamente en tus creencias para explicarlas. Llegas a una congregación con una historia y una tradición más antiguas que tú que te ofrece, tanto un fundamento, como te da la ventaja de poder construir sobre las mejores ideas y nociones acertadas de las generaciones previas. Encuentras camaradas fuera de ti mismo que comparen tu compromiso con las causas de justicia social que te inspiran. Tienes un espacio sagrado en el que gente que no son tú escuchará con oídos de simpatía tus historias de éxitos y derrotas, gozos y penas, tu indecoroso orgullo, y tus embarazosas decepciones. Tienes en la congregación, a través del mismo acto de adhesión y membresía, una razón fuera de ti mismo para seguir avanzando en tu vida espiritual, para volverte a aparecer, semana tras semana, para no abandonarte a la mediocre complacencia, o a la arrogancia de pensar que ya lo sabes todo. Esta congregación, porque no eres solo tú, te mantiene honesto, te mantiene enfocado, te mantiene trabajando, te mantiene desafiado y consolado; cuestiona nuestras revelaciones privadas, y comparte sus revelaciones con nosotros cuando nuestro espíritu está apático.

O al menos una congregación puede proveer estas cosas. Así como Ralph Waldo Emerson (1803-1882) que se quejó de la Iglesia Unitaria institucional de su propio tiempo y mostró así que estos beneficios de una congregación no llegan automáticamente. Si no encontramos una comunidad vigorizante que nos nutra o una amplia diversidad, debemos preguntarnos a nosotros mismos ¿qué debemos hacer para hacer a esta congregación más vigorizante y más diversa? Si no experimentamos un contacto regular con lo trascendente, entonces ¿qué clase de veneración podemos crear para hacer que esto suceda? ¿Qué programas podemos ofrecer que nos ayudarán a aprender más de nuestra tradición y a respetar más profundamente las aportaciones de nuestros antepasados religiosos? ¿Qué podemos hacer para transformar nuestra congregación en un laboratorio más efectivo para el crecimiento espiritual continuo? ¿Cuáles son los principios amplios que esta congregación puede afirmar que sostendrán y ampliarán nuestro trabajo de justicia social?

Estas ideas sobre la importancia de unirse a una congregación pueden ayudarnos a imaginar la congregación que queremos ser, a sostener nuestro propio involucramiento en la congregación que se forma, y a ofrecer motivaciones para alentar a nuestros amigos y vecinos a unirse a nosotros.



Conforme transcurran nuestras vidas estas son las preguntas que me gustaría que llevaras contigo:

¿Cuál es la ventaja de unirme a esta congregación que no puedo obtener en ninguna otra parte de mi vida?

¿Qué podemos hacer ahora conforme organizamos esta congregación para asegurarnos que las ventajas queden incluidas en los fundamentos estructurales de nuestra congregación?

¿Y qué ventaja valiosa de esta congregación puedo comunicar a mis amigos y vecinos para animarlos a unirse?

He aquí las tres preguntas puestas de otra manera:

¿Qué busco al unirme a esta congregación?

¿Cómo puedo ayudar a esta congregación a darme lo que busco?

¿Qué creo que mis amigos y vecinos buscan y que esta congregación puede ofrecerles?



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