martes, 14 de octubre de 2008

Cristianos Unitarios: Manifiesto de Avignon


“Para que el Unitarismo conserve su lugar entre los cristianos de todo el mundo”


Manifiesto de Aviñón, del 17 de agosto del 2007, de las asociaciones cristianas unitarias británica, francesa, italiana, burundesa y congoleña.


Desde los años 1990, las asociaciones de cristianos unitarios se multiplican: la Unitarian Christian Association (UCA, fundada en 1991), la Assemblée fraternelle des chrétiens unitariens (AFCU, 1996), la Assemblée des chrétiens unitariens de Burundi (AUCB, 2002), la Congregazione Italiana Cristiana Unitaria (CICU, 2004), y la Assemblée des chrétiens unitariens du Congo (ACUC, 2004). Ellas contribuyen a la expansión del Unitarismo en países en los que esta tradición no existía. Las cuatro últimas han sido reconocidas como “grupo emergente” por el Consejo Internacional de los Unitarios y Universalistas (ICUU) en abril de 2006.


Este manifiesto no es ni un credo ni una declaración de fe, sino el resultado de una reflexión con el fin de situar estas nuevas asociaciones, por un lado, con respecto a las iglesias y a las congregaciones históricas que existen en Transilvania, Hungría, Gran Bretaña y los Estados Unidos, y por otro con respecto al Unitarismo Universalista, que se presenta como una nueva religión separada de sus raíces cristianas.


Un tal posicionamiento se hace de manera positiva y constructiva, complementaria a las formas ya existentes del Unitarismo; de ninguna manera se trata de una oposición. Pero quiere ser una explicación clara y neta a fin de evitar presentaciones tenues, evasivas, o incluso ambiguas. La diversidad del Unitarismo contemporáneo es una riqueza de la que somos perfectamente conscientes; ello no debe dar lugar de manera alguna a la confusión o dar la impresión de una teología laxa, sin puntos de referencia.


Nacida de la corriente anti-trinitaria, en el seno de las reformas protestantes del siglo XVI, el Unitarismo es un movimiento de origen cristiano caracterizado por :

- una teología monoteísta radical (Dios es Uno), lo que implica el rechazo del dogma de la Trinidad y el de la Encarnación; incluso si pensamos que Jesús está plenamente habitado por Dios como estamos todos invitados a serlo, Jesús es un hombre como cualquier otro.

- la enseñanza de Jesús tal y como nos ha sido transmitida por los evangelistas, los otros textos del Nuevo Testamento y las aportaciones de ciertos evangelios apócrifos, como por ejemplo el de Tomás.

- aceptación de la razón y del progreso científico, notablemente la exégesis moderna y los descubrimientos arqueológicos del siglo I que nos permiten comprender mejor quién fue Jesús realmente.

- la afirmación de la libertad de pensamiento y el rechazo de todo dogma obligatorio.

- los estilos de organización episcopal (bajo una forma presbiteral-sinodal), congregacional o incluso asociativo, que permiten que cada Iglesia o comunidad local sea libre en las orientaciones y relaciones que ella establezca con otras comunidades.


Los cristianos unitarios afirman su solidaridad con las Iglesias históricas que han mantenido esta fe, que para ellos son las primeras en el orden de consideración, en el sentido que Pablo entendía a propósito de los judíos, en su epístola a los Romanos (cap. I, 16) y Juan de Patmos en el Apocalipsis (cap. VII, 4-9). Este profundo respeto en consideración a su antigüedad es voluntario y filial; no representa, en manera alguna, una subordinación ni un deber de obediencia; estas iglesias históricas no exigen, por su parte, ninguna deferencia hacia ellas.


El culto cristiano no se limita a discursos (sermones, predicaciones, meditación, etc.), incluso si estos son muy interesantes y de gran elocuencia. Este culto no es una conferencia, ni un congreso, ni un club de discusión. La asamblea de miembros se dirige a Dios (con esa denominación u otra equivalente). Ella le alaba en tanto que Creador de este mundo; le agradece por la vida que nos ha dado; es, en este sentido, una Acción de Gracias.


El culto cristiano es también la ocasión de reproducir los gestos bien precisos que hizo Jesús, que dan sentido a nuestra fe y que han sido retomados por nuestra tradición: o al menos el bautismo y la comunión del pan y del vino, a los cuales se puede añadir los gestos históricos como son igualmente, el lavado de pies, la unción con aceite, la imposición de manos, etc. El solo alumbrado de una vela no podría reemplazar estos rituales. Nosotros no tenemos por qué engordar nuestras ceremonias, ni diluirlas en agua bajo el pretexto de hacerlas accesibles al mayor número de gente o a modernizarlas.


Habiéndonos dado Dios, la vida y toda su gracia, nosotros no pensamos que todos esos gestos sean sacramentos que nos concederían gratificaciones suplementarias. Esos gestos nos unen simplemente a nuestro maestro espiritual, Jesús, al que amamos y al que queremos ser fieles. Ellos crean lazos de hermandad entre nosotros y nos invitan a amar a todos los hombres.


Más allá de esos ritos cristianos, cada comunidad tiene que encontrar los modos de expresión espiritual que mejor le convengan.


Cuando los cristianos unitarios se encuentran en el seno de una asamblea compuesta de otros creyentes, agnósticos y no creyentes, para que los rituales cristianos no sean los predominantes, pueden invitar al resto a compartir las tradiciones espirituales de todos los que están presentes. En este caso, cada uno puede presentar lo que crea más conveniente según su tradición y criterio; los cristianos que estén presentes podrán aportar el pan y el vino dándole el sentido que se le da en la Didaché: el fruto de la tierra y del trabajo de los hombres.


Pueden igualmente proponer la Ceremonia de las Flores tal y como fue puesta a punto por el reverendo Norbert Capek en 1923, así como el alumbrado de la llama de nuestro cáliz (explicando su significación histórica, como signo de libertad y de resistencia en el contexto del nazismo).


El Unitarismo cuenta con una teología, con una historia, una tradición a la vez espiritual y cultural, rituales propios (el cáliz encendido, la ceremonia de las flores). Estamos enormemente orgullosos y no tenemos ninguna razón de abandonar el campo del cristianismo que vio nacer a nuestro movimiento. Al contrario, queremos colaborar con todos los demás cristianos que lo deseen, para construir un cristianismo moderno, de espíritu liberal y más fiel a sus orígenes. En este sentido hacemos un llamamiento para que los cristianos unitarios participen activamente, como tal, en la Red Europea de los Protestantes Liberales (ELPN).


Reafirmando un monoteísmo radical (Dios es Uno), el Cristianismo Unitario permite establecer relaciones de continuidad teológica con el Judaísmo y el Islam. El obstáculo mayor al diálogo interreligioso con las religiones reside, en efecto, en la divinización de Jesús.


En el siglo XX, congregaciones unitarias decidieron no hacer en adelante de la fe cristiana (un solo Dios y la referencia a la enseñanza de Jesús) una condición previa a la cooptación de nuevos miembros. Las asambleas de miembros se han ido convirtiendo progresivamente en interreligiosas (heterogéneas). Es por lo que los unitarios que quieren seguir fieles a su tradición de origen se hacen llamar “cristianos unitarios”. Anteriormente, esta denominación era un pleonasmo, ya que todos los unitarios eran cristianos. A fin de restar toda ambigüedad sobre nuestra fe, es esta apelación, que elegimos expresamente, por su claridad.


El Unitarismo Universalista se presenta como una nueva religión que tiene gran interés por su enfoque totalmente universal del hecho religioso. Nosotros compartimos con ellos muchas cosas, siendo de remarcar, la primera parte de nuestra historia (hasta el pensador americano William Ellery Channing), nuestra referencia a Miguel Servet (su obra y su martirio), así como nuestra solidaridad con la Iglesia Unitaria de Transilvania, los rituales unitarios como son la Ceremonia de las Flores y el cáliz encendido, nuestra concepción liberal de la religión cristiana y otros movimientos religiosos, etc. Queremos establecer relaciones de cooperación, de solidaridad y de amistad, lo que se hace ya en el seno del Consejo Internacional de los Unitarios y Universalistas (ICUU). La misma aptitud es aconsejable a nivel de cada país donde exista una comunidad unitaria universalista.


El ICUU fue fundado en 1995 a partir de tres familias espirituales: el Unitarismo (que engloba nuestras Iglesias históricas y las asociaciones de cristianos unitarios), el Universalismo (movimiento representado por la Iglesia Universalista, que fue una iglesia cristiana en los Estados Unidos de 1779 a 1961), y el Unitarismo Universalista (nacido en 1961 de la fusión entre las congregaciones unitarias americanas y la Iglesia Universalista). Los cristianos unitarios, con las Iglesias históricas que se mantuvieron fieles al origen del Unitarismo del siglo XVI, forman un componente importante de este conjunto y quieren conservar su propia identidad. Es la condición para un diálogo respetuoso con los demás y para intercambios fructíferos, lejos de toda fusión o dilución, confusión o ambigüedad y lejos también de todo imperialismo cultural y/o religioso. En este sentido, precisamos que el ICUU se escribe con una “y” (Unitarios “y” Universalistas), y no con un trazo de unión u otro signo de relación /separación.


El ICUU es un espacio de encuentro totalmente apropiado en el que los cristianos unitarios quieren participar de manera totalmente leal. Sería un error contemplar una instancia internacional separada, que fuera reservada sólo a los cristianos unitarios. Igualmente, todas nuestras actividades están abiertas a todos los unitarios de todas las sensibilidades.


Ya que la ELPN existe desde 1998, los cristianos unitarios quieren sacar provecho de este recurso para encontrase y consultarse con mayor facilidad, así como mantener una estrecha relación con sus amigos protestantes liberales.


Deseamos que todos los creyentes y humanistas del mundo entero participen en el surgimiento de sociedades inter-conviccionales en las que reinen la libertad de conciencia y no el pensamiento único, la complementariedad de los compromisos de cada una y no las relaciones de fuerza, la laicidad y la democracia que son necesarias para el dialogo, lejos de todo fanatismo, el respeto a la vida y al medio ambiente a fin de trasmitir un mundo mejor a las generaciones futuras. Nosotros, cristianos unitarios, tenemos la alegría de contribuir a una Creación, hecha por Dios en el origen de los tiempos, siempre en expansión, yendo hacia un mayor progreso, mayor solidaridad, y portadora de inteligencia y amor.


Traducción del francés: Javier Intxaurza

Revisión: Jaume de Marcos

7 de octubre de 2008

Tomado de Cristianos Unitarios




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