Comité de Liturgia de la
Libre Congregación Unitaria de México
El tema del arrepentimiento en estos Días Terribles y en el Día de la Expiación de la tradición judía se ve impulsado por la idea de que cada año, el día del año nuevo judío, Rosh Hashaná, D-s escribe los nombres de la gente en varios libros. Los libros determinan quién ha de morir y sobrevivir el próximo año, quién tendrá una buena vida y quién una mala vida. Pero esto no está grabado en piedra. Hay 3 cosas que la gente puede hacer durante los Días Terribles que pueden alterar la sentencia de D-s: arrepentirse, orar y los actos buenos. Luego los libros se sellan en Yom Kipur. El saludo común entre los judíos en estos días es shaná tová, que es una forma abreviada de decir: "Que seas inscrito y sellado para un buen año".
El 'pecado'
Sin duda, muchas de las palabras y conceptos de la práctica religiosa tradicional resultan hoy intolerablemente opresivos y manipuladores. Muchas veces parecen más pensados para inhibir, reprimir y oprimir, más que para promover un florecimiento auténtico y libre de la personalidad humana.
Una idea decisiva es aquí el llamado 'pecado original'. Esta idea señala hacia la creencia de que la naturaleza humana sería inatamente depravada. Como una manera de rechazar esta perspectiva, algunos unitarios han llegado incluso a afirmar: “Creo en el pecado original: ¡Entre más original, mejor!”.
Escogemos ver a nuestro amado mundo como el lugar en el que lo divino se encarna. Buscamos lo sagrado en todo y rechazamos la idea de que sólo habitaría en un ámbito brumoso e inmaterial, más allá de la 'pecaminosa' esfera de lo humano.
Aunque en el proceso de rechazar esta doctrina inmoral y negadora de la vida, también podemos mostrar nuestro propio lado sombrío...
Irónicamente, como movimiento también solemos desplegar inadvertidamente nuestra propia forma de petulancia pagada de sí misma, nada diferente a la santurronería autoproclamada por quienes se dan ínfulas de superioridad religiosa sobre quienes no sean de su grupo.
Como estaríamos 'por encima' de las fes literalistas del pasado, podríamos simplemente desechar conceptos teológicos añejos como 'pecado' y 'salvación'. Pero, ¿saben qué? ¡No podemos!
El concepto de 'pecado' está en el mundo para bregar con el conocimiento humano de que a veces hay realmente algo terriblemente incorrecto. No podemos explicarlo y no sabemos qué hacer al respecto.
Hemos leído de violaciones, mutilaciones, asesinatos y torturas. Hemos observado con un horror inenarrable aviones secuestrados para estrellarlos contra edificios y así masacrar a miles de personas inocentes. Hemos observado a individuos que actúan de manera vil: a parejas que desgarran a sus hijos durante su divorcio, a autoridades que hostigan a las minorías, a monstruos que deliberadamente lastiman a los animales, a gobiernos que encarcelan a la gente por años sin asegurarles una sentencia expedita, ni un proceso justo. Como individuos hemos recibido tajos y puñaladas dirigidas al corazón por cosas que hicimos con las mejores intenciones. También hemos apuñalado a otros. Hemos sido traicionados. Hemos practicado la traición también nosotros.
Aunque es completamente apropiado y coherente celebrar la valía y dignidad de cada ser humano, hay más. Si no reconocemos que el pecado mora justo al lado de toda esta valía, reducimos nuestra fe a un mero 'buenismo' iluso. Si no logramos aceptar la tendencia humana a alejarse de lo bueno, estaríamos asumiendo una posición blandengue, irrelevante y sin ningún atisbo de carácter moral, con lo que les estaríamos dando la razón a nuestros detractores que nos acusan precisamente de esto mismo.
No creemos en la doctrina del Pecado Original, ¿pero acaso además estaríamos ciegos como para no creer en el común, ordinario y variadito pecado?
La 'salvación'
Entonces, ¿cómo sería la 'salvación' para nosotros?
El hermano David Steindl-Rast, un monje benedictino, rearticula así la palabra 'salvación': “…darte cuenta de tu vinculación con la totalidad…la pertenencia real; esto es la salvación”. Otro teólogo actual llama al pecado “alejamiento deliberado de Dios”. Romper la vinculación. El gran místico contemporáneo Matthew Fox acuñó la frase 'la bendición original'. Sostiene que la salvación reside en trabajar activamente para contribuir a la armonía de la creación, en trabajar activamente para mantener fuertes las vinculaciones; el pecado reside en dañar el orden y equilibrio de la creación. Dice que la salvación reside en hacer frente tenazmente a la obscuridad y la discordancia; el pecado es rehusarse a participar.
El pecado es hacer daño donde no se requiere de ningún daño. Romper las vinculaciones de la trama interdependiente de la que todos somos parte.
Describiríamos la salvación más como un despertar interior a la verdad de nuestra naturaleza y capacidades humanas. En este contexto la salvación sería el darnos cuenta a través de nuestra experiencia de la intervinculación fundamental que anima nuestra existencia. Esta experiencia se vincula con los conceptos tradicionales de la salvación, pero su referente no es una deidad encarnada, sino más bien la naturaleza misma. Sería como si una hoja, al flotar en el viento se sintiera muy separada y única respecto a las demás hojas, hasta que un día se dé cuenta de que está vinculada a algo y luego tenga un breve vislumbre del árbol. ¡Caray! Al mismo tiempo que la hoja es tan pequeña e insignificante, también se da cuenta de lo grandiosa y magnífica que es. Este sentimiento de unión con el principio de la vida, del que somos una expresión, es nuestra definición de salvación.
La 'culpa'
El ministro unitario Stephen P. Edington identifica 3 clases de 'culpa':
La que describe como “La culpa manipulativa... que proviene de algo o alguien externo a ti que busca convencerte de que 'tienes que' sentir culpa por algo por lo que no la sentirías usualmente”. Muchas religiones y muchos estilos de crianza paternal usan esta forma de culpa.
La culpa neurótica es la que asumimos sin ninguna razón. Como el caso de una persona que trabajó duro muchos años para pagarse sus estudios y ayudar a su familia y que, luego de que concluyó sus estudios y sus hermanos se valen por sí mismos, todavía se siente culpable de comprarse algo bonito para ella misma.
El único tipo de culpa que parece valioso es el de la culpa basada en la realidad. Edington la describe como “la conciencia de haber quebrantado la fe con lo que sabemos que es nuestro mejor yo posible, o de haber roto la confianza de alguien que confió en nosotros, o haber causado daños físicos, emocionales o espirituales”.
Este tipo de culpa es lo que el siquiatra Willard Gaylin menciona en su libro Feelings: “La culpa... es la emoción que da forma a mucha de nuestra bondad y generosidad. Nos señala cuando hemos transgredido los códigos de comportamiento que queremos personalmente sostener... Nos informa de que le hemos fallado a nuestros propios ideales. La culpa es el guardián de nuestra bondad”.
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