miércoles, 25 de junio de 2008

La integridad del orgullo


Por el Revdo. Sean Parker Dennison
8 de junio de 2008 (Trad. Francisco J. Lagunes G.)
Sociedad Unitaria Universalista del Valle Sur
6876 South Highland Drive (2000 East)
Salt Lake City, Utah 84121
801-944-9723, svuus@xmission.com





Palabras de apertura
Revdo. Walter Royal Jones Jr.

Concientes de que la verdad siempre excede a nuestro conocimiento
Y de que la comunidad siempre excede a nuestra práctica,

Reverentemente nos reunimos bajo un pacto,

Que parte de nosotros mismos tal y como somos,

Para compartir la fuerza de la integridad

Y la herencia del espíritu
En la búsqueda sin fin de sabiduría y amor.



Meditación

Espíritu de Vida, Fuente de Belleza, Gran Misterio,
En esta bella mañana damos gracias.

Damos gracias por este precioso día. Sabemos que cada día es importante. Ayúdanos a recibir este día con reverencia, con alegría, deliberadamente. Ayúdanos a usarlo plenamente, a encontrar lo que sea que la vida haya puesto en nuestro camino.

Si la vida ha traído aflicción, ayúdanos a tener un buen penar. Ayúdanos a reconocer la profundidad de nuestro dolor y a no ocultarnos de su ternura. Pues sabemos que nos afligimos cuando hemos amado. Nos afligimos cuando nos hemos permitido albergar esperanzas. Penamos cuando hemos perdido algo precioso. Ayúdanos a penar honestamente, y a transitar a través del dolor hacia la sanación.

Si la vida nos ha traído gozo, ayúdanos a celebrar bien. Ayúdanos a detenernos y a darnos cuenta de las bendiciones que nos han sido dadas y a reconocer todo cuanto ha contribuido a hacerlas posibles. Ayúdanos a que la gratitud prospere en nuestros espíritus y enséñanos a ser generosos a cambio. Ayúdanos a celebrar honesta y graciosamente, en el conocimiento de que la vida es un don.

Si la vida nos ha traído confusión, ayúdanos a aprender bien. Ayúdanos a resolver el embrollo de hebras que parecen un nudo ciego. Ayúdanos a hacer la paz con el misterio, mientras buscamos sabiduría. Ayúdanos a liberarnos del miedo, a nutrirnos de las semillas de la fe que yacen en cada momento de confusión. Ayúdanos a recordar que la búsqueda puede, en sí misma, ser una respuesta.

Si la vida nos ha traído aburrimiento, ayúdanos a escapar de la ilusión de pequeñez. Expande nuestras mentes y espíritus hasta que podamos imaginar mil maneras de ser bondadosos, mil cosas que podamos hacer para mejorar la vida, para nosotros o para alguien más. Ayúdanos a ser osados al decidir qué hacer con este día.

Si la vida nos ha traído demasiado por hacer, demasiado por sostener, demasiado para manejar, ayúdanos a encontrar un espíritu de calma entre todo ello. Ayúdanos a recordar que hemos de nutrir la paz de la mente, así colmo la paz de nuestros hogares y del mundo. Recuérdanos ir más despacio, centrarnos y estar presentes para lo que de verdad importa.

En esta bella tarde, nos tomamos el tiempo para agradecer. Sabemos que el hoy es importante. Ayúdanos a encontrarlo con reverencia, con alegría, deliberadamente. Ayúdanos a usar el hoy plenamente.

Amén. Ashé. Y bendita sea.


Lectura
de "La Gueidad del Alma", entrevista con James Broughton (1913-1999)

Cada vez que salgo lastimado, cada vez que me estremezco, cada vez que lloro, cada vez que río a carcajadas, mi alma zumba. Se flexiona con mis deseos y respuestas, mis anhelos y achaques. Obra en mi corazón, en la profundidad de mis entrañas y en mis genitales. Mi alma me enreda en fantasías y en emociones sorprendentes. Es el campo de juego de mis instintos. Las negaciones la lisian, las denuncias la tensan en una mueca... No quiere jugar a la segura, estar asegurada, o pensárselo dos veces. Quiere aventarnos, arriesgarlo todo y tener esa experiencia... No cometas el error de Adán. Escoge el gozo, no la razón.

"Quienes vean alguna diferencia entre el alma y el cuerpo es que carecen de ambos" dijo Oscar Wilde. El alma se expresa a sí misma a través del cuerpo, en sus miembros, órganos, nervios y células, en todas las acciones del deseo y la osadía... cada vez que te duelas y donde sea que te eleves. En cada parte y lugar de ti mismo puede encogerse y estirarse, exudar y zumbar, al experimentar los placeres y dolores de estar vivo. El cuerpo es un lugar santo de retozo y renovación. No es la cloaca vergonzosa en la que insisten las religiones ortodoxas. Novalis dijo; "Hay solo un templo en el mundo, y ese es el cuerpo humano". Desde la punta del pie hasta la coronilla, das latidos de vida en la danza incesante del misterio...Somos, cada uno de nosotros, todo un universo entero aquí y ahora; cada uno somos un Cuerpo de Dios.

La gueidad no tiene barreras de género. ¿Acaso el gozo no está disponible para todos? No condono la heterofobia más que cualquier otro prejuicio. Me incomoda la dicotomía entre ellos y nosotros. Creo en el potencial para la redención de todas las... almas. Busca lo que es bello en la gente, a pesar de las apariencias en sentido contrario. Busca la resplandecencia detrás de cada máscara y de cada rostro. Aunque puedas no estar inclinado a creerlo, cada ser humano es tan divino como tú.


Sermón

Como suele suceder los domingos del Desfile del Orgullo, somos pequeños en número quienes nos congregamos en la iglesia. Muchos de nuestros integrantes, gueis, lesbianas, bisexuales, transgéneros y heterosexuales están marchando en el desfile del orgullo GLBT. Cada tercer año yo también marcho. Pero este año me toca estar aquí y predicar sobre el tema del Orgullo y específicamente, predicar sobre por qué nosotros, como unitarios universalistas, hemos apoyado los derechos y el orgullo guei, lésbico, bisexual y transgenéro.

Este año hemos tomado prestado el concepto de Orgullo como el tema focal para todas nuestras actividades del mes. La semana pasada hablé un poco sobre el orgullo y sobre cómo puede ser algo positivo en la vida de cualquiera. Hoy quiero hablar más específicamente sobre el Orgullo como una poderosa herramienta política y personal. Quiero explorar con ustedes lo que tenemos que aprender del Orgullo Guei.



La mayoría de nosotros hemos sentido el poder de la vergüenza en nuestras vidas. La vergüenza y la violencia son las dos más poderosas herramientas de control social que existen en las comunidades humanas. Se utilizan para mantenernos alineados, para mantenernos tranquilos, para violentar nuestra autoestima y derrotar nuestro sentido de fuerza. Usualmente, la vergüenza viene primero y por lo general basta para mantenernos alineados. Los niños pequeños sensibles, de corazón tierno y creativos suelen ser los primeros en sentir los efectos poderosos de la vergüenza. Puede comenzar sutilmente, pero muy rápidamente todos los niños aprenden que si lloran o ríen demasiado, o si prefieren los juegos de solidaridad y cooperación a los de competencia, o si son más empáticos que rudos, sentirán el poder del dolor y la vergüenza.

Las niñas, desde luego, también lo sienten aunque hay un poco más de espacio en nuestra sociedad para las marimachos. Aunque, si a una niña no le importa su apariencia, o si quiere reconstruir un motor en vez de dedicarse a porrista, o si prefiere los robots o la pesca a las princesas de Disney, también conocerá pronto el poder del dolor y la vergüenza.

Y no olvidemos a los niños que no encajan en absoluto en la dicotomía de género. Quienes no pueden llenar cómodamente una de las cajas de género en los formularios sienten el poder y el dolor de la vergüenza cada día y, tristemente, frecuentemente se aconseja a sus padres, e incluso se les urge, a ser los primeros en avergonzar a sus hijos con la intención de así obligarlos a conformarse al género asignado.

La vergüenza está en todas partes si eres guei. Al caminar por las calles todos los días, escucho a los niños decirse los unos a los otros, "Eso es tan guei". Y no se refieren al sentido original de la palabra inglesa 'gay' como, 'alegre' o 'despreocupado'. Ellos quieren decir 'estúpido', o 'desagradable', o 'incómodo', o 'inaceptable'. En la cultura popular, "Eso es tan guei" es el insulto definitivo. Pero la vergüenza no es siempre tan evidente. Con la edad, tendemos a ser un poco más sutiles. Por ello mis amigos adultos no dicen, "Eso es tan guei".

En vez de ello, se preguntan por qué la gente guei es tan obviatan "poco discreta" sobre ser guei. Se preguntan por qué no podemos simplemente callárnoslo. Es decir, ¿por qué necesitamos un desfile y usar camisetas alusivas y hablar sobre nuestras vidas y experiencias todo el tiempo?



El Revdo. Mark Belletini fue uno de nuestros primeros ministros UU abiertamente guei. Al graduarse del seminario, pasó una temporada verdaderamente dura para colocarse en una congregación que fuera capaz de verlo como el maravilloso ministro que es, en vez de sólo mirarlo-y-temerlo como hombre guei. Posteriormente, al encontrar un lugar para ejercer su ministerio, escribió esto:


Estudios lésbicoguei 101

Así que uno de los integrantes
del comité de búsqueda ministerial me dice

"¿Pero por qué es que su gente...?"

realmente dijo él: "su gente"

"¿...tiene que hablar sobre ello?"

Bien.

Bueno, debido a que:

Porque me siento enamorado,

¿Sabes?, con sonetos y toda la cosa,

y quiero nombrar a todas las estrellas del cielo

una cada vez, con una sonrisa tonta en mi cara

Quisiera poder hacerlo.

Porque, si no me enamorara,

me gustaría un poco más refunfuñar y quejarme,

o desarrollar una teoría resentida e implacable

para explicarlo.

Porque, si mi amante fuera atropellado

por un conductor ebrio

(sucede, ¿sabes?,

¿recuerdas a Stewart el de ojos azules?)

me gustaría poder tomarme unos pocos días del trabajo

para llorar y esas cosas, ¿está bien?

Porque, si mi compañero-de-vida

con quien no puedo casarme legalmente porque

esto le cae mal al estómago de alguien o algo así,

súbitamente presentara una infección

y tuviera las llagas de Job por todo su cuerpo

Y tuviera que ir al hospital

(tú sabes, justo como mi amigo Stephen)

Me gustaría llevarlo ahí

y sostener su mano algunos días

y aun contar con un pago de ausencia por emergencia familiar

que me permitiera comer y pagar la renta y todo lo demás...

Porque mentir todo el tiempo sigue sin ser correcto, ¿no es así?

Oh, y porque,

lo creas o no,

mi vida es igual de importante para mí

que lo que la tuya lo es para ti.


La vergüenza es una forma poderosa de mantener calladas y aisladas a las personas. Cuando alguien como Mark habla, interrumpe esta situación. Cuando miles de 'alguienes' marchan bajo ristras de globos con los colores del arco iris justo por las principales calles de la Ciudad del Lago Salado, esto ayuda a irrumpir entre los estratos de vergüenza que intentan con toda su fuerza sofocar al espíritu.

Por ello sé que todos podemos aprender algo importante del Orgullo Guei: debido a que la vergüenza no está reservada en nuestra cultura a la gente que es guei. La vergüenza es soltada sobre cada uno de nosotros cada vez que somos o parecemos un poco 'raritos' ['queer'] cada vez que dejamos de esconder el hecho de que somos diferentes de alguna manera a lo que establecen las normas que nos rodean. El mensaje de la vergüenza es 'mejor no dejes que nadie lo sepa'. La vergüenza arranca a las personas una parte de sí mismas. La vergüenza nos convence de que deberíamos escondernos, contenernos y nunca dejar que nadie sepa que no somos exactamente iguales a los López, los Pérez y a todos los demás. Y ese ocultamiento y contención —y especialmente el sentido profundo de ser inadecuados que surge de ambosdaña al espíritu humano.

Diré eso de nuevo, porque pienso que es vitalmente importante. La vergüenza daña al espíritu humano. Ataca a la gente en la parte más profunda de su ser y la convence de que no es valiosa, ni importante, ni suficientemente buena, ni aceptable tal como es. Y esto está en contradicción directa con lo que nosotros, como unitarios universalistas, consideramos cierto. La vergüenza es incompatible con nuestra afirmación de la valía y dignidad inherente a cada persona. De hecho, la vergüenza destruye esa dignidad.

Por ello todos tenemos algo que aprender del Orgullo Guei. Por ello debemos escuchar de cerca a cualquiera que haya encontrado la fortaleza para permanecer de pie y reclamar su dignidad, encarando a la vergüenza.



Porque de lo que trata el orgullo el Orgullo Guei, o cualquier clase de orgullo saludable es de la integridad. La integridad que junta todas las piezas de nuevo y dice, 'Todo lo que soy está bien'. Uno de mis colegas, el Revdo. Keith Kron, predica un sermón que inicia describiendo la doble vida que tuvo que llevar como maestro de escuela pública y guei. Entonces, hacia el final del sermón, bendice a los oyentes al desearles una-sola-vida, una vida completa con integridad.

Cuando alguien como James Broughton irrumpe por entre la vergüenza para escribir las palabras que hemos escuchado en nuestra lectura, deberíamos escucharlo. Puesto que en su tránsito de la vergüenza al orgullo, no se quedó allí. No dijo solamente algo como, 'Estoy orgulloso, ahora quítense de mi camino'. Sus palabras muestran que llegó a entender una de las grandes lecciones espirituales. Se dio cuenta de que cada persona es divina, que cada persona es un universo completo aquí y ahora, que cada persona cuenta y es sagrada. Entendió la lección de la integridad y la compasión lecciones entretejidas y reveladas en la jornada desde la vergüenza hacia el orgullo.



El Revdo. William Sinkford, presidente de la Asociación Unitaria Universalista de Congregaciones (UUA), quien estuvo con nosotros hace unas pocas semanas para celebrar, dice esto:

Conocemos por nuestra propia experiencia las muchas bendiciones que la gente guei y lesbiana trae a nuestras comunidades y congregaciones. Sabemos por nuestra experiencia vivida en la comunidad religiosa que las diferencias de fe, de raza y de orientación sexual no han de dividirnos necesariamente, que la diversidad dentro de la familia humana puede ser una bendición y no una maldición. Los unitarios universalistas afirmamos que es la presencia del amor y del compromiso lo que valoramos. Para los unitarios universalistas, la homofobia es el pecado, no la homosexualidad.


Es la presencia del amor lo que valoramos y es la presencia del orgullo la que permite a la gente amarse a sí misma y amar a otros con integridad y honestidad. Esto es lo que tenemos en común con cada una de las personas que marchan por el centro de la ciudad esta mañana: marchan por la integridad, por el amor y por el orgullo. Que nos unamos en espíritu y en la lucha para abrir espacio a más amor en nuestras comunidades.



En las palabras de la Revda. Kendyll Gibbons:

Llegará un momento —para romper el silencio
Llegará un momento —para ir más allá del miedo

Llegará un momento —para decir la verdad propia, incluso si no es bien recibida

Llegará un momento —para poner en cuestión lo que antes ha sido; para resistir el peso del pasado

Llegará un momento —para cantar una nueva canción.

Para una forma diferente de ser.

Para reclamar el poder.

Llegará un momento —en el que la verdad finalmente nos liberará.

Un día, bendito, en el que la mentira ensayada morirá en nuestros labios.

Y la verdad se volverá más preciosa que ella misma, y que sus pretendidos fines.

Llegará un momento —en el que de alguna manera el coraje nos encuentre, o nosotros encontremos el coraje.

Y nos atrevamos a saber quiénes somos y lo que amamos.

Llegará un momento —en el que los amigos estarán ahí.

Y nos sostendrán tan gentilmente en su amor.

Y de repente, finalmente, lo imposible será posible,

Y cruzaremos al otro lado de cualquier esclavitud que nos haya apresado.

Llegará un momento —en el que la verdad finalmente nos liberará.

Y en ese momento tendrá lugar la salvación del mundo.

Que así sea. Que seamos quienes lo hagamos.
Amén. Ashé. Y bendita sea.



Palabras de Cierre
Por el Revdo Frederick E. Gillis

Que el amor que sobrepasa todas las diferencias,
que sana todas las heridas,

que manda a volar todos los miedos

que reconcilia a todos los que están separados,

Esté en nosotros y entre nosotros
ahora y siempre. Amén.




viernes, 20 de junio de 2008

Por esto soy unitario


Washington, D.C.
Domingo 14 de octubre de 2007
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Nuestra lectura de esta mañana es de la historia de la creación en el Libro del Génesis. Puede que algunos de ustedes no sepan que realmente aparecen dos narraciones en el mismo capítulo del Génesis y que describen, de dos maneras muy diferentes, la creación del hombre y de la mujer. La primera narración, que tiende a ser más conocida, es aquella en la que Dios crea al hombre y luego toma una costilla del tórax de Adán y crea con ella a la mujer. Esta es la que podríamos llamar, la versión feminista de la historia de la creación. Notarán la diferencia en esta historia, también del Libro del Génesis, Capítulo 1, versículos 26 al 31:

Entonces dijo: "Ahora hagamos al hombre a nuestra imagen. Él tendrá poder sobre los peces, las aves, los animales domésticos y los salvajes, y sobre los que se arrastran por el suelo."
Cuando Dios creó al hombre,
lo creó a su imagen;
varón y mujer los creó,
y les dio su bendición:
"Tengan muchos, muchos hijos;
llenen el mundo y gobiérnenlo;
dominen a los peces y a las aves,
y a todos los animales que se arrastran."

Después les dijo: "Miren, a ustedes les doy todas las plantas de la tierra que producen semilla, y todos los árboles que dan fruto. Todo eso les servirá de alimento. Pero a los animales salvajes, a los que se arrastran por el suelo y a las aves, les doy la hierba como alimento."

Así fue, y Dios vio que todo lo que había hecho estaba muy bien. De este modo se completó el sexto día.




El pasado enero, justo antes de dejar el país para mi periódo sabático ministerial, recibí una llamada en mi teléfono móvil con un número y código de área que no me eran familiares –
la clase de llamada que usualmente dejo que se desvíe directamente al buzón de voz. Esta vez, contesté. Al principio no reconocí la voz que me hablaba desde el éter digital, pero luego de una o dos frases repentinamente me di cuenta. Y me sentí como si, de nuevo, fuera un muchacho joven, inquieto junto a mi abuela en la banca de una iglesia presbiteriana de tablas blancas sobrepuestas, mientras jugueteaba con el boletín eclesial. "Hola, Rob", me dijo la voz; era mi pastor de la infancia. No habíamos hablado en años.




El Reverendo Converse P. Hunter habla con una profunda voz de bajo, con una textura rasposa producida por muchos años de fumar. En persona mide más de 1.82 metros, pero en el púlpito, cualquiera pensaría que mide cerca de 2.12 metros. Delgado y de pelo gris, ha tenido una personalidad ministerial bien equilibrada –con autoridad, pero accesible; preparado, pero no presuntuoso; propio y comedido, pero no aburrido. Al teléfono, el reverendo Hunter y yo nos pusimos al tanto de las noticias de interés común, al hacernos preguntas sobre nuestras familias y al intercambiar cortesías, pero no desperdició mucho tiempo antes de ir al punto.

"Así que, Rob", me dijo, y al decir
"Así que, Rob" fue como si, una vez más, me mirara desde lo alto del púlpito con sus lentes de lectura. "Así que, Rob, escuché que eres unitario" [risas]. Es un poco intimidante que tu pastor de la infancia te cuestione sobre por qué dejaste esa iglesia. Aunque no sentí un tono juzgador en su voz. En todo caso, me pregunté si no sería que más bien se sentía en algún modo culpable por mi caída de la gracia, mi alejamiento del presbiterianismo, pues el tono de su siguiente frase fue más suave y de pregunta. "Dime, Rob, ¿por qué te hiciste unitario?" Di al reverendo Hunter la respuesta corta por teléfono ese día, pero desde entonces he venido sintiendo que le debía una explicación más completa. También pensé que podría ser de ayuda para algunos de ustedes escuchar esta historia. Tal vez has llegado a esta fe desde otra iglesia, o tal vez seas un buscador y aun bregas por encontrar un hogar espiritual. En cualquier caso, he decidido compartir con ustedes hoy mi carta abierta a quien fue mi pastor, en la que le explico por qué soy unitario.




Estimado Connie (les dije que su nombre es Converse, pero todos lo llaman Connie).

Estimado Connie: Gracias por tu llamada telefónica. Cuán delicioso es saber de ti y que estás bien, y compartir contigo algo de mi jornada desde los presbiterianos hacia los
unitarios. Sentí como si te debiera la historia completa, aunque, decidí ponerla por escrito.

En primer lugar, Connie, permíteme agradecerte. Les agradezco a ti y a todos en la Iglesia Presbiteriana de Somerville por haber sido mi familia extendida mientras crecía, por haber visto un potencial en mí que yo no había descubierto, y por haberme provisto de muchas oportunidades de desarrollar liderazgo en el coro, en el grupo juvenil, y posteriormente en la mesa directiva de la congregación. Gracias, también, por tu ejemplo; es en gran parte debido a mi admiración por ti que llegué a considerar por primera vez la idea de convertirme en ministro. Así que gracias, Connie; les debo mucho a ti y a tu iglesia.

Pero así como fue benéfica para mí la iglesia durante mi adolescencia, fue durante aquellos años que se sembraron las semillas de mi salida. Anunciaste tu retiro, Connie, cuando yo estudiaba el segundo año de la preparatoria, justo cuando comenzaba mi periodo como miembro de la mesa directiva de la congregación. Justo el año siguiente, como sabes, estalló una gran división en la iglesia por el mismo asunto que ya había desgarrado antes a tantas iglesias, la cuestión de la homosexualidad.

Todo comenzó un día en el que una mujer que había asistido a la iglesia por varios años con su compañera se ofreció como voluntaria para enseñar en la escuela dominical. Parecía eminentemente calificada para la tarea. Después de todo, enseñaba en una escuela pública. Pero el comité de educación religiosa estaba dividido, así que llevaron la cuestión a la mesa directiva para que tomara la decisión. Perdona la metáfora, Connie, pero ahí fue cuando se desató el infierno. Hubo protestas en las reuniones de la mesa directiva, debates, foros y contra-foros, así como un intenso cabildeo dirigido a los integrantes de la mesa directiva. Debo mencionar que este era mi año final y que esperaba con ansiedad las cartas de aceptación de la universidad así que mis padres y yo llegamos a un acuerdo para que nadie tocara la correspondencia hasta que llegara a casa, luego de la escuela, y revisara si había alguna carta de aceptación.

En cambio, lo que recibí varias veces a la semana, fueron gruesas cartas dirigidas a mí provenientes de miembros de la congregación. Las cartas eran casi idénticas pero, como miembro de la congregación, por sentido del deber las leí completas. Siempre comenzaban por decir que a esa mujer no debía permitírsele enseñar a los niños debido a que la homosexualidad sería un pecado incompatible con el cristianismo. Llenaban el resto de las páginas con ese pasaje ahora demasiado familiar de la escritura (Levítico 20.13). "Si alguien se acuesta con un hombre como si se acostara con una mujer, se condenará a muerte a los dos y serán responsables de su propia muerte, pues cometieron un acto infame.
" En aquel entonces no tenía la educación bíblica que ahora tengo para entender el contexto histórico de aquellas prohibiciones, ni para darme cuenta de que, con el mismo aliento de voz, Dios también había denunciado a quienes usaran ropas que combinaran diferentes fibras, a quienes prestaran dinero a rédito, o a quienes comieran mariscos.

Además de las cartas la gente me retenía e insistía en que debía escucharla. En una ocasión mi maestro de español en la preparatoria, también miembro de la iglesia, me arrinconó en mi casillero para decirme, "Rob, si tuvieras hijos, tampoco querrías que esa gente les diera clase."

Connie, lo que no podías saber por aquel entonces, lo que ni siquiera había admitido ante mí mismo, era que soy gay. Sólo años después me di cuenta de que lo que me había sucedido durante mi participación de entonces en la iglesia es que había internalizado toda la condenación contenida en aquellos sobres. Lo que los conservadores religiosos consideraban que era la educación bíblica de un integrante de la mesa directiva resultó ser un ejercicio diario de correspondencia de odio. Cuando finalmente me di a conocer públicamente como gay, años después, estaba convencido de ser un pecador y de que el Dios que me había creado ya no tenía ninguna misión para mí. Por ello dejé la Iglesia Prebiteriana, Connie.




Incidentalmente, aprendí otra lección por aquel entonces. Como sabes, Connie, los liberales en la iglesia han sobrepasado en número a los conservadores, pese a estar menos preparados y organizados. No enviaron cartas, no citaron la escritura. Y años después me hice una promesa, o tal vez fue una promesa al adolescente confictuado que una vez fui. La promesa fue que nunca dejaría que la derecha religiosa se impusiera sobre mi vida de nuevo.
[aplausos] Y que nunca, nunca, dejaría que nadie me despojara de Dios otra vez. [aplausos]

Luego de la universidad, me mudé a Portland, Oregón, en donde de nuevo estaba la derecha, esta vez trataban de hacer aprobar una iniciativa antigay de alcance estatal. No me preguntes cómo seguí encontrándome en estas situaciones, Connie. Esta vez la correspondencia de odio llegaba por montones –llamativas mercaderías de campaña y anuncios de radio que me llamaban pecador. La única iglesia que se mantuvo firme al lado de la gente gay entonces fue la Iglesia Unitaria. La primera vez que entré vi que tenían adornadas sus paredes con lazos color rosado, en solidaridad, y que habían colocado carteles que decían, "Zona libre de odio". Un congregante abiertamente gay habló desde el púlpito ese día, llevando a su pequeño hijo en sus brazos. La predicadora habló sobre el amor de Dios por toda la gente, no sólo por alguna. Me sentí en casa.




Imagina esto, Connie: En una iglesia en la que no todos creen en Dios, fue donde redescubrí el amor de Dios por mí. Me encontré en medio de una diversa colección de agnósticos, buscadores y creyentes, de cristianos que meditaban como budistas y de budistas que cantaban gospel –este grupo heterogeneo me enseñó más de lo que jamás me enseñaron los presbiterianos sobre el amor de Dios. Por esto soy
unitario, Connie.

Ahora puede que te preguntes si mi única razón para ser
unitario es debido a que soy gay. La respuesta es que esta es la razón por la que llegué, pero no la razón por la que me quedé aquí. A lo largo de los años, he desarrollado un desacuerdo de verdad profundo con la ortodoxia cristiana, especialmente como la articula el padre del presbiterianismo, Juan Calvino. Fundamentalmente, este desacuerdo es sobre la naturaleza humana. Calvino y la ortodoxia sostienen que los seres humanos nacen depravados. Los unitarios creen que los seres humanos nacen con la capacidad para la bondad. Cuando bendecimos a los bebés en nuestra iglesia, Connie, celebramos que hayan sido creados a imagen de Dios, nacidos con una chispa de Dios [en español en el original]. [aplausos] Estas ideas contrapuestas sobre lo que significa ser humanos nos conducen hacia dos diferentes tipos de religión: una que se enfoca en el pecado humano y en su erradicación; y la otra que se enfoca en el potencial humano y en su desarrollo.




Tú yo sabemos, Connie, que los teólogos han debatido esta cuestión durante años y que la respuesta real probablemente esté en alguna parte intermedia entre los ortodoxos y los liberales religiosos. En tanto que humanos, somos en parte santos y en parte pecadores. Pero en tanto que la verdad sobre la naturaleza humana está en alguna parte intermedia, la esperanza para la raza humana, en mi opinión, está firmemente en un campo. Sólo una fe que crea en nosotros, sólo una fe que no nos trate como niños pequeños, sólo una fe que espere mucho de nosotros, puede ayudar a salvar ahora a la raza humana. El mundo se balancea demasiado cerca del borde del despeñadero de la destrucción como para revolcarnos complacidos en nuestros pecados. No nos queda tiempo para esperar que la mano poderosa de Dios nos salve de nosotros mismos. Necesitamos una fe que nos empodere a descubrir una salida del quebranto en el que nos encontramos. El mejor hogar para la humanidad está en esa fe. Para mí la mejor expresión de esa fe es el unitarismo universalista.

Connie, cuando hablamos por teléfono en enero, me hiciste una pregunta que me tomó por sorpresa. Me dijiste, "Rob, ¿canta bien tu congregación?" [risas] No estaba seguro de a qué te referías. Luego explicaste que la gente suele contar un chiste sobre los
unitarios que va más o menos así:

Pregunta: ¿Por qué cantan tan mal los unitarios?
Respuesta: Porque están demasiado ocupados tratando de leer por adelantado la siguiente estrofa para saber si están de acuerdo con esas palabras.
[risas]
He contado esa broma yo mismo algunas veces, Connie, y entre los
unitarios siempre suscita ciertas risillas de autorreconocimiento. Es verdad que a veces los unitarios pueden dejar que sus cabezas se atraviesen en el camino de sus corazones y sus espíritus. Y es verdad que a veces me gustaría que exhibiéramos un poco más de abandono en nuestra fe. Pero, Connie, no estoy seguro de que esa broma se ajuste a todas y todos los unitarios que he llegado a conocer. Lo que me resulta más sorprendente sobre los unitarios no es que sean escépticos, sino que sean buscadores: Buscadores de una fe amplia y generosa que los sostenga y nutra; buscadores de una comunidad de justicia que los ayude a sanar nuestro mundo.

Porque también soy uno de esos buscadores, Connie, ahí es donde he hecho mi hogar. Gracias por la oportunidad de compartir mi historia,y gracias por todo lo que me has dado.

Con respeto y amor,

Rob



P.S. Por favor, ven a Washington alguna vez y escucha cantar a nuestra congregación. [risas] Amén. [aplausos]



sábado, 7 de junio de 2008

Diversidad humana y orgullo de la identidad: La diversidad somos tod@s



La Libre Congregación Unitaria de México (LCUM) te invita a participar junto con nosotros en nuestras celebraciones unitarias públicas de junio (21) y julio (12) de 2008:




Celebración Unitaria Pública
"Diversidad humana y orgullo de la identidad:
La diversidad somos tod@s"



Muchas veces puede haber gran riqueza en vivir sin tener prendido el piloto automatico de tratar de ocultarnos tras una "normalidad" a la que relamente nadie responde. Hemos de agradecer juntos la riqueza de la diversidad humana. La diversidad no es cosa de personas raras o especiales. la diversidad somos todos. Celebración por el Dia del Orgullo LGBT.


Fecha: sábado 21 de junio
Hora:17:00 (5PM).
Qué es:
Celebración, lectura, música, ritual, reflexión colectiva seguidos de comida compartida.
¿Para quién?:
Para integrantes, amigos y visitantes. Esta celebración unitaria pública está abierta a personas de cualquier persuasión religiosa (o de ninguna).

¿Dónde?:
Casa de los Amigos. Ignacio Mariscal #132, Col. Tabacalera (una cuadra al sur del Metro Revolución, hacia el Monumento a la Revolución)
Recomendaciones:
Asistir puntualmente con disposición a participar. Para la comida compartida te invitamos a llevar algún alimento o bebida para compartir con los asistentes.
Costo:
La participación en esta celebración no tiene costo.
Mayores informes:
Teléfono: 5378.7808
Celular: 04455.2021.1837
Buzón electrónico:

Bitácora de la Comunidad de la LCUM:

Grupo virtual de información, noticias y comunidad LCUM:
http://mx.groups.yahoo.com/group/unitariosuniversalistasmexico/