viernes, 12 de diciembre de 2008

¡Ni Inmaculada Concepción, ni nada!



¿Eres bueno/a? ¿Eres una persona virtuosa? ¿Cómo podrías saberlo? De cuando en cuando surge gente en el mundo a la que proclamamos como gente buena o virtuosa. Podría haber personas laicas, o incluso al margen de cualquier religión organizada, que hagan obras particularmente buenas, tales como un médico particularmente empático y compasivo, o un buen vecino, aunque también podría tratarse de dirigentes profundamente religiosos como la Madre Teresa. Hay muchas personas que consideran a María, la madre de Jesús, como una representación de la bondad perfecta. Que haya sido, o no, perfecta es cuestión opinable y del ámbito de la fe. Contamos con muy poca evidencia sobre su carácter moral [el carácter moral es la evaluación de las cualidades morales de un individuo, de su presencia o carencia de virtudes morales (integridad, valor, fortaleza, honestidad, lealtad, etc.) y buenos comportamientos y hábitos], sólo tenemos unos cuantos relatos. La religión da forma a la fe y en mi perspectiva no hay tal cosa como la perfección humana, sólo un refinamiento continuo y un desarrollo del progresivo del carácter moral. La bondad es un potencial, como la energía potencial [la capacidad de los cuerpos para realizar un trabajo], que se vuelve tangible sólo a través de la acción. Algunos pueden tener mayor potencial para la bondad que otros, pero la bondad sólo puede encarnarse a través de nuestros actos y obras en la sociedad. No hay una bondad separada de lo que hacemos. Como James Luther Adams (1901-1994), el gran teólogo unitario del siglo XX dijo; "No hay tal cosa como la bondad en sí; no hay tal cosa como un buen hombre o una buena mujer en sí. Sólo hay el buen cónyuge, el buen trabajador, el buen empleador, el buen congregante, el buen ciudadano." En este mismo sentido me gusta que las autoridades del país se refieran a los terroristas como a 'malhechores'. No como a gente en sí misma malvada, o inclinada al mal por naturaleza, sino malvada en sus hechos dañosos.


La virtud es un concepto que viene de antiguo en la civilizaciones europeas y americanas, es anterior al cristianismo. Es similar a la idea de Te en la filosofía china, a dharma en el pensamiento hindú y a sedeq en la tradición judía. La doctrina de la Inmaculada Concepción declara que María habría sido perfecta en bondad.

Por cierto, ¿cuántos de ustedes conocían antes de leer la descripción de este sermón en el boletín parroquial la diferencia entre el Nacimiento Virginal [de Jesús, que celebran el Día de la Anunciación] y la Inmaculada Concepción [de María]? Quienes conocían esta diferencia son parte de una reducidísima élite: la de los que saben demasiado. La Inmaculada Concepción tuvo lugar antes del Nacimiento Virginal. El Nacimiento Virginal habría sido el nacimiento de Jesús; el momento único de la implantación de su cigoto en el vientre de María sería la concepción milagrosa. La Inmaculada Concepción se refiere a la concepción de María. Un dogma de la Iglesia Católica Apostólica Romana (ICAR) afirma que María habría sido concebida por una pareja heterosexual ordinaria, pero sin pecado. Otra forma de decir esto mismo es decir que María sería "llena de gracia", habría sido buena, pero no por sus propios méritos, no por la manera en que habría conducido su vida, sino exclusivamente por el poder de Dios. El catecismo oficial de la ICAR afirma que se honra en ella "esta resplandeciente santidad del todo singular" y celebra que fue "inmune de toda mancha de pecado y hecha una nueva criatura". En el catecismo de la ICAR se señala que Dios: "quiso que el consentimiento de la que estaba predestinada a ser la Madre precediera a la encarnación para que, así como una mujer contribuyó a la muerte [Eva], así también otra mujer contribuyera a la vida". De manera que, según el catecismo de la ICAR, Dios habría por ello preparado a María para ser un recipiente perfecto, un odre nuevo.


Esta no es una idea aceptada y proclamada por todos los cristianos. En los evangelios a ella se le llama simplemente 'madre de Jesús'. El Concilio de Éfeso la proclamó en el año 431 como Theotokos, es decir, Deípara o 'la que dio a luz a Dios'. Mi enfoque sobre este término lo compartí ya en un sermón por el Día de la Madre, cuando comenté que si cada uno de nosotros tenemos algo de divinidad en nosotros, entonces toda mujer es una theotokos. La iglesia latina también dio a María el título de Mater Deus, 'Madre de Dios'. Pero la doctrina sobre su concepción pura (1854) y su eventual asunción (1950) a la corte celestial no se desarrolló hasta mucho tiempo después. Primero hubo que desarrollar la idea del pecado original, puesto que la Inmaculada Concepción se centra en romper la cadena del pecado heredado. La cuestión clave fue el temor a enlodar el poder de Jesús. La creencia general era que nadie tan cercano al salvador, tan unido físicamente a él podría haber sido tentado por el pecado o el mal y ni podría haber habido el menor riesgo de que se le condenara al infierno eterno. Pero esto obligó a los teólogos a tratar de proponer respuestas para toda una serie de otras cuestiones, tales como de qué manera podría aplicarse la salvación a quien había nacido antes de Jesús, antes de poder siquiera hablar de la perfección de María. Ni siquiera profundizaré ahora en todas las ideas perturbadoras sobre la sexualidad que suscitó este intento. La cuestión es que el 8 de diciembre de 1854, el Papa Pio IX (1792-1878), "a instancias de la mayoría de los obispos de todo el mundo", declaró solemnemente en la bula Ineffablilis Deus que la doctrina de la Inmaculada Concepción de María "es revelada por Dios, y por lo mismo debe creerse firme y constantemente por todos los fieles".

Como comentario al margen, es interesante anotar que Pio IX también es el Papa que proclamó el dogma de la Infalibilidad Pontificia. Dado que la Reforma protestante había ido debilitando el poder y la autoridad del Papa, Pío IX se aferró al ultramontanismo [un conservadurismo extremo o integrismo católico romano. El sacerdote alemán Franz Xaver Kraus sostenía en 1908 que «un ultramontano es quien pone la idea de la Iglesia sobre la de religión»], a una fe en el liderazgo supremo del papado, designado por Dios para guiar a la humanidad en todas las cosas. En 1864 en su celebérrimo escrito Syllabus errorum, presentado como apéndice a su encíclica Quanta cura, repudió los mismos valores liberales y democráticos que están en el fundamento del unitarismo universalista y de la mayoría de las naciones modernas, tales como la separación de la iglesia y el estado, las escuelas no-confesionales y la tolerancia de la diversidad religiosa. Concluyó su Syllabus con la tajante condena de la idea de que "el Pontífice Romano puede y debe reconciliarse y transigir con el progreso, con el liberalismo y con la moderna civilización". Pío IX convocó al Concilio Vaticano I en 1869, que condujo en 1870 a la adopción como dogma obligatorio de la doctrina de la Infalibilidad Papal, no en todas las cosas, sino sólo en sus pronunciamientos realizados ex cathedra. [A History of The Christian Church, 4th edition, Williston Walker, p 670-671.]


Finalmente estas doctrinas no preocupan grandemente a los feligreses de la ICAR. Incluso la mayoría de los católicos romanos no tienen mucha claridad sobre el sentido de la Inmaculada Concepción. Por otra parte, María es una persona poderosa en la vida devocional de mucha gente, tanto católica romana, como no-católica romana. La religión devocional, o bhakti en el hinduísmo, no es por lo general muy bien atendida en las iglesias UU. Pero para mucha gente nuestra naturaleza social nos conduce a buscar una relación más real, personal y menos abstracta con lo que es último en el mundo. La carta abierta de Craig Hopseker en el más reciente número de Unigram es un ejemplo de esta actitud. El gran ministro unitario del siglo XIX, Theodore Parker (1810-1860), elogiaba constantemente la personalidad y el carácter de la persona de Dios que guiaba su ministerio. Los cursos de educación religiosa adulta UU, Cakes for the Queen of Heaven [Pasteles para la Reina del Cielo] y Rise up and Call Her Name [De pie y di el nombre de ella], son ambos intentos de ayudar a la gente a reivindicar las imágenes femeninas de la personeidad divina. En el cristianismo la veneración de María surge de estos mismos deseos. En el culto de la fe cristiana sólo se permite a Dios como objeto de adoración, pero la veneración de una persona especial que lleva a la práctica el poder de Dios se promueve con frecuencia. El Revdo. Don Lacy, de la Iglesia Metodista de Yorktown es uno de sus devotos. El Revdo. Lacy, que es un hombre casado, escribió "A veces en broma digo que María es la otra mujer de mi vida… Siento una gran afinidad cercana con ella –pues es la fuerza central que trajo a Jesús al mundo". María ha engendrado una lealtad profunda en millones de personas. Es adorada en todas las partes del mundo. He hablado con gente que ha sentido su presencia, que experimenta a María como una fuente poderosa de consuelo, esperanza y paz. Al preguntarle a un católico romano qué debía decirles hoy de María, me dijo que en Bagdad, Iraq, hay mujeres musulmanas que acuden a iglesias católicas para pedir la protección de María de las bombas que todos parecieran tan resignados a recibir cualquier día sobre su casa y familia.



También es para algunos una guía, como ideal de persona fiel. Para muchos, su imagen y presencia guía sus acciones y decisiones. Aquí surgen ciertos problemas debido a que tus supuestos y valores dan forma a tu manera de entender su carácter. Quiero que piensen en algo por un momento. 'La madre de Jesús fue una judía devota y sin pecados por al menos 45 años de su vida'. Ahora, cuando digo la frase "madre judía", ¿qué imágenes vienen a tu mente? Probablemente no sean las imágenes que presenta de ordinario la piedad cristiana. María es descrita frecuentemente como muy sumisa, casi pasiva. Pero, debido a mi inclinación política radical no la veo como una quietista. Cuando leo el Magníficat (su respuesta a la Anunciación en el Evangelio de Lucas) escucho las palabras de una liberal fiera que habla sobre la justicia social, la liberación de los pobres y los oprimidos, el establecimiento de un orden nuevo. En el Evangelio de Juan ella es presentada presionando a Jesús hacia el ministerio y persuadiéndolo a realizar el primer milagro en la boda, no como una seguidora dócil presente sólo en segundo plano. Ella no es uno de los discípulos, pero está entre las mujeres que acompañan a Jesús al pie de la cruz, incluso cuando todos los demás se han alejado de él o lo han negado, a pesar de que él no la viese ni una vez cuando lo fue a visitar.

Algunos de sus devotos con los que he conversado la ven, no como una persona perfecta, sino como alguien que tuvo que tomar decisiones difíciles y que hizo lo mejor que pudo como persona ordinaria en una situación extraordinaria. La vean como alguien que decidió mantener su embarazo, en vez de abortar, la ven como a alguien que animó el aprendizaje de su hijo, en vez de limitarse a castigar su desobediencia, la ven como a alguien que decidió respetar sus enseñanzas a pesar del hecho de que sabía que le causarían problemas y dolor. Estas son elecciones duras para una madre. Si fuera llena de gracia nunca habría tenido que luchar, sus decisiones y elecciones se habrían dado sin necesidad de pensárselo. Algunos piensan que la perfección la convierte en un modelo mejor. Pero algunos no honran a María por ello. Para algunos la mejor causa para honrarla es su humanidad, no sólo la gracia divina, lo que la convierte en una inspiración, un modelo del refinamiento y desarrollo del carácter hacia el que aspiramos.


Este es el centro de nuestra teología unitaria, la idea de que lo más importante en la religión son las elecciones y decisiones humanas, las acciones humanas y la justicia dentro de las sociedades humanas. La gracia es el fundamento y la religión debe ayudarnos a estar agradecidos por todo lo que no nos hemos ganado, todas las bendiciones de esta vida y de esta buena tierra. Pero al final es nuestra respuesta hacia esa gracia lo que determina el propósito y la necesidad de la religión.

Cuando James Luther Adams insistió en que los liberales religiosos debemos negar, dentro y más allá de la iglesia
UU, la inmaculada concepción de la virtud, trataba de enunciar los principios más generales de una fe vital. Escogió 5 principios, de la misma manera en que David escogió 5 piedras lisas para combatir a Goliat. Nos referimos a estos principios como los 5 cantos rodados del liberalismo religioso: 1) que la revelación de la verdad no es completa, sino continua y siempre abierta, 2) que las relaciones religiosas deben basarse en la persuasión y nunca en la coerción, 3) que la gente religiosa debe procurar crear congregaciones que promuevan la justicia y el amor, 4) que la virtud requiere de una encarnación social y 5) que la persona fiel debe sostener un optimismo cósmico, o final en cuanto al destino de la humanidad y al objetivo del progreso humano. [On Being Human Religiously, James Luther Adams, Max L. Stackhouse, ed. pp 12- 20]

Esta cuarta piedra lisa, o canto rodado, no nació en nosotros pura y completa. Debe ser encarnada en la sociedad y en la acción. No basta tener buenos pensamientos, o incluso hacer cosas buenas para otros individuos. Adams sostiene que el liberalismo político general tiene que ver con la ultimidad del individuo, pero el liberalismo religioso se ubica en la libertad del individuo dentro de la comunidad de servicio. Ser buenos religiosamente requiere que se manifieste la bondad en la creación de comunidades, en la sociedad y la civilización. Como lo dijo el Revdo. Dr. Martin Luther King Jr.: "la religión que acaba en el individuo, está acabada". Así que la bondad debe ser parte de la hechura de la historia y por tanto nunca puede ser pura, ni estar libre del error, del desbarajuste y las dificultades de ser humanos.


Adams continuó una línea de pensamiento que se remonta al menos al Renacimiento italiano y a las raíces del humanismo cristiano, en cuanto a que la bondad y la felicidad sólo se encuentran en las buenas obras, especialmente en aquellas que mejoran a la sociedad como un todo. Matteo Palmieri (1406-1475) escribió "el verdadero mérito de la virtud reside en la acción efectiva, que es imposible sin las facultades necesarias para ella. Quien nada tiene para dar no puede ser generoso. Y quien ama la soledad no puede ser justo, ni fuerte, ni experimentado en aquellas cosas que son importantes en el gobierno de los asuntos públicos." [Encyclopedia Britannica 2000, "Humanism"]

Luther Adams ilustra esta idea con un recuento de algo de la labor que él y otros realizaron en un vecindario de Chicago. A un grupo de ciudadanos se le asignó la tarea del alivio a la pobreza. "En una reunión inicial de esta sección, un hombre que se describió a sí mismo como 'conservador' se levantó para protestar contra la existencia de cualquier sistema de alivio a la pobreza. Utilizó el argumento conocido: 'He trabajado duro y he ahorrado mi dinero; pero ahora, de repente llega el gobierno a llevarse mi dinero y se lo da a esta gente a la que no le gusta trabajar'. Sin embargo, el hombre fue persuadido a trabajar con el comité para fomentar el diálogo de gente con posiciones diferentes. Visitó familia tras familia, vio a niños sin alimentación ni vivienda apropiada, sin zapatos; vio a padres enfermos, vio a madres emaciadas que trataban de mantener algo de dignidad humana…" y su actitud comenzó a cambiar. Finalmente, en una reunión en la que escuchaban a una madre enferma y sufriente relatar su historia sobre cuán difícil era obtener algún alivio o ayuda, él se indignó. Se paró de un salto y casi gritó, "¿Y cómo es que actúan así? Yo no lo haría. Antes robaría. Díganme, ¿cómo es que no han tenido aún los arrestos de iniciar una revolución?" ["The Prophethood of All Believers, James Luther Adams, George K. Beach ed. pp 180 – 181] Este hombre se había identificado con los otros y así había llegado a darse cuenta de que se requería la acción social. Por ello es que muchos de nosotros nos apuntamos a diferentes proyectos locales de ayuda a los más necesitados durante el Día de Gracias o las Navidades, en vez de dedicarnos exclusivamente a pasar tiempo con nuestros familiares y amigos.


En cuanto a María no sé. Ustedes deben decidir lo que piensan de su concepción, si es que fue extraordinaria, si fue manchada por el pecado, o inmaculada. Pero para cada uno de nosotros no hay inmaculada concepción y la virtud nunca llega al ser sin haber nacido de y en una sociedad. Howard Thurman (1899-1981) nos recuerda esto en su poema "La labor de la Navidad":
Cuando se detuvo el canto angelical,
Cuando la estrella celeste ya se fue,
Cuando los reyes y princesas están en casa,
Cuando los pastores regresan a sus rebaños,
Comienza la labor de la Navidad:
hallar a los extraviados
sanar a los que sufren quebranto,
alimentar a los hambrientos,
liberar a los prisioneros,
reconstruir las naciones,
traer la paz entre los hermanos,
Y hacer música en el corazón.

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