viernes, 17 de abril de 2009

El Salmo 23

Dado por el Revdo. Brian J. Kiely, Ministro Principal de la Iglesia Unitaria de Edmonton, 9 de noviembre de 2008 (Trad. Fco. J. Lagunes Gaitán)

Este domingo cae en un momento del año (el Día de los Veteranos de Guerra) en el que muchos reflexionan sobre uno de los poemas más recitados de Canadá:

En los campos de Flandes
Por John McCrae, mayo de 1915

En los campos de Flandes las amapolas se mecen
Entre las cruces, fila en fila,
Que marcan nuestro lugar; y en el cielo
Las alondras, lanzando aun su valiente grito, vuelan
Sin que nadie las sienta aquí entre los cañones

Somos los muertos. Pocos días antes
Vivimos, sentimos el amanecer, vimos crepúsculos rojizos,
Amamos, y fuimos amados, y ahora yacemos
En los campos de Flandes.

Resume nuestra lucha con el enemigo
De nuestras inertes manos te lanzamos
La antorcha; es tu tarea mantenerla bien alta.
Si nos traicionas a nosotros que perdimos la vida
Nunca descansaremos, aunque las amapolas crezcan
En los campos de Flandes.


No estoy seguro de haber sido conciente de mi intención, pero al preparar con antelación los sermones para noviembre escogí para el día de hoy reflexionar sobre otro poema también profundamente asociado con la muerte, el Salmo 23. Tal vez tenía en la mente el tema, pues este martes es también el aniversario de la muerte de mi madre.

El Salmo de David es un rasgo distintivo de la tradición judía. Es parte de los rituales del sabbat, se recita en uno de los alimentos del sábado. También es parte del servicio funeral judío. Y no puedo imaginar que muchos de los hoy presentes no lo hayan oído recitado en un funeral o memorial, frecuentemente en esta misma iglesia. La gente de perspectiva cristiana suele considerarlo como uno de los grandes himnos de consuelo.



Citemos a un joven autor conservador cristiano, Barksdale M. Pullen III: “Hace pocos meses mi padre falleció repentinamente a la edad de 43. Fue una de esas experiencias en que las emociones se disparan y mezclan, sentimientos de tristeza y pérdida; y también de felicidad y alegría para nuestra familia cristiana, puesto que sabemos que está en el cielo en presencia del señor. Mi padre me dejó muchas cosas, pero una que he llegado a valorar es su Biblia, llena de notas y marcas. Luego del Salmo 23 aparece un asterisco en su Biblia, con la palabra 'bueno'. Pues para mi padre y su familia este salmo trajo gran consuelo al afrontar la muerte, tal como ha sucedido a muchos santos a lo largo de los siglos. Trae consuelo porque nos hace saber que Dios controla cada situación, incluso la muerte. Tenemos confianza en que mi padre está en presencia de Dios, con todos los santos, debido a que Cristo derrotó a la muerte; y ese día, nosotros también estaremos con Él”.

Aunque admiro la fe de este hombre, no comparto sus términos. No estoy seguro de haberlo hecho nunca, ni siquiera cuando fui católico romano practicante. Pues para los católicos romanos la salvación sería hecha posible por la fe, pero no estaría en absoluto garantizada, habría que ganársela con una vida virtuosa. Sin embargo, los comentarios del Sr. Pullen nos ofrecen un atisbo del poder que tiene este salmo particular. Se distingue completamente de los otros 149 himnos del Libro de los Salmos, de manera parecida a como destaca en nuestro himnario unitario el himno Fuente de Amor / Spirit of Life. Y debido a esta distinción especial es que merece nuestra atención.

Obviamente no soy el primer ministro unitario universalista que reescribe este salmo. Probablemente ni siquiera seré el milésimo que lo haga, como lo sugiere la versión alternativa leída en nuestra meditación. Sin embargo, se trata de algo de lo que debemos ocuparnos debido a que es tan ubicuo en nuestras vidas. Pero también hemos de dedicarle atención debido a que su mensaje alcanza muy adentro los lugares en los que la gente habita. Al final, el salmo tiene que ver con encontrar consuelo en momentos de desesperación e impotencia...¿Y quién no ha visitado esos páramos de desamparo?



Los judíos tienen una añeja tradición llamada 'midrash'. Parte del midrash es el desarrollo de relatos que completan las porciones de los relatos con discontinuidades en las Escrituras [“llena las grietas… pone carne sobre los huesos… reinterpreta historias y personajes… da voz a aquellos quienes en el relato carecen de voz”]. Hay, por ejemplo, relatos que amplían lo que la Biblia dice sobre Adán y Eva, sobre Noé y sobre todas los otros grandes personajes.

Hay un relato sobre el Salmo 23. En primer lugar, se atribuye este salmo a David, en los tiempos en que llegó a ser rey. David se convirtió en un héroe luego de matar al filisteo Goliat y de salvar el país. Pese a permanecer leal al Rey Saúl, éste se habría puesto celoso por la creciente popularidad de David. Veía a David como rival y como una amenaza creciente a su poder. Varias ocasiones lo envió a la batalla con la expectativa de que muriese. Pero David, según parece, no tenía facilidad para morir. Así que Saúl fue más directo. David fue obligado a huir de los asesinos del rey y se dirigió al desierto. Fue durante su exilio que se dice que David habría compuesto este salmo. Aunque pase por el más oscuro de los valles, no temeré peligro alguno.

Así que, ¿qué dice el himno? Bueno, en primer lugar, establece un mundo ordenado para los fieles, con una regularidad pacífica que proviene de un lugar mucho mayor que el poder del rey. El Señor es mi pastor”. Esta es la primera vinculación entre lo divino y la idea del pastor, algo que sería grandemente ampliado en el Evangelio de Juan, en donde se unge a Jesús como “el Buen Pastor”. "Y me lleva por caminos rectos, haciendo honor a su nombre ...tu vara y tu bastón me inspiran confianza.”



Consideraba cuidadosamente esas secciones la otra tarde. Si digo la palabra 'pastor' en un ámbito religioso se que parecería ingenuo. La imagen que viene a mi mente inmediatamente es la del tipo con un chaleco de piel de borrego en una escena de la Natividad ...ya saben, me refiero al jovencito que lleva al corderillo herido cargado alrededor de la nuca y que muestra en su cara una mirada de admiración por el niño Jesús.



Pero las palabras del salmo nos recuerdan que los verdaderos pastores no son personajes de Disney. “Me lleva...haciendo honor a su nombre.” Esa oveja tiene dueño y vive o muere a capricho del pastor. Cualquier medida de protección otorgada a la oveja es la protección que un hombre dispone para su propiedad. “Tu vara y tu bastón me inspiran confianza. Bueno, Él puede usar estas herramientas para mantener a raya a los lobos, pero también para pastorear a las ovejas, frecuentemente de una manera nada amable. Y recuerda, la ovejas no son altamente valoradas por sus habilidades reflexivas, ni por su naturaleza bondadosa, sino por la lana que producen y por el alimento en que se convierten. No son mascotas mimadas.



Pero entonces, como lo sugirió mi esposa Teilya, alguna gente prospera bajo reglas claras y disciplina firme. No pienso que sea mi caso.

Así que así leído, este salmo trata, al menos parcialmente, sobre entregarse uno mismo a alguien que nos posee, con la esperanza de ser bien tratados, desde luego, con fe en ser tratados bien.

Bueno, eso es lo que hace este pastor. “A las aguas tranquilas me conduce, me da nuevas fuerzas [o, 'anima mi alma', en la versión Cantera-Iglesias]”... y esta oveja encuentra digna de confianza la fortaleza de la vara y el bastón.

Así que tenemos un bello poema sobre un ser exhausto y abatido que encuentra la paz al entregarse a un Poder Superior. Y eso es maravilloso. Ciertamente conozco ese lugar, el lugar del desamparo, ese lugar de miedo y ansiedad profunda, ese lugar en el que he deseado que alguien más decida por mí y resuelva mis problemas.



Mi colega en Montreal, la Reverenda Diane Rollert también ha pasado por esto. En un sermón de hace un año, reflexionaba sobre una idea apropiada para conmemorar el Día de los Veteranos:

¿Que dicen que no habría ateos en las trincheras? La idea me tenía entretenida. Ahora tenía algo que reflexionar como unitaria universalista. ¿Cómo que no habría ateos en las trincheras? ¿Acaso tampoco habría ateos en un avión a punto de estrellarse? Por muchos años, volar suscitaba siempre todos mis miedos de proximidad con la muerte. Miraba alrededor a los demás pasajeros para tratar de saber si podría llegara a conocerlos si estuviéramos al borde de la muerte. Apretaba con tanta fuerza los brazos de mi sillón durante los despegues y aterrizajes que los nudillos se me ponían blancos.

Hace años, en un vuelo particularmente sacudido, (tu sabes, uno de esos vuelos en los que el avión se la pasa dando tumbos inesperadamente) iba yo sentada junto a un niño que lloraba. Apenas podía aguantarme de temblar de pies a cabeza. Así que comencé a cantar un himno que me sabía: Fuente de Amor ven hacia mí. Fuente de Amor, el himno que venía cantando hace años en las congregaciones unitarias universalistas. Mágicamente, ambos nos calmamos. Imaginé al Espíritu de Vida, al Misterio Divino, presente con nosotros, así como al espíritu de toda mi comunidad religiosa al cantar al unísono, al sostenernos durante las sacudidas.

Luego de ese vuelo, decidí que necesito más plegarias en mi arsenal.

Diane consideró el Salmo 23, pero le resultaba problemático, como les sucede a muchos unitarios. A algunos los perturba la imagen de un Dios varón. A otros les molesta la idea de la sumisión, y a otros más la noción de una deidad que vigilaría todo lo que haces y que podría intervenir, y lo haría, en nuestras vidas cotidianas.

Para Diane, la respuesta vino en la canción que acabamos de escuchar en la meditación: el encantador arreglo coral del Salmo 23 en la versión de Bobbie McFerrin, que me llegó profundamente desde la primera vez que la escuché. Así que la memoricé, pero no como aparece en la traducción tradicional [como la de la versión Reina-Valera], sino en la versión Dios Habla Hoy, con la revisión de McFerrin, que cambia el género de masculino a femenino, luego de la primera línea:

El Señor es mi pastor, nada me falta.
En verdes praderas me hace descansar,
a las aguas tranquilas me conduce,

Ella me da nuevas fuerzas [Ellareanima mi alma”, en la versión Cantera-Iglesias]

Para mí, la palabra Ella funcionó como una especia de portal —de alguna manera abrió el poder del salmo para mí. ¿Cómo lo explico? Es absolutamente cierto que como buscadora unitaria universalista estaba insegura de mi propia teología y que no comencé a orar a Dios hasta el momento en que me encontré en una trinchera, en un vuelo. Fui una gallina por completo, tenía la seguridad de que moriría —sin que importara lo que cualquiera me había dicho sobre la improbabilidad estadística. Y de verdad oré, con real fuerza. Me di cuenta de que no oraba para ser salvada ante la inminencia de un desastre. Oraba llena de gratitud por la vida que había vivido hasta ese momento, por todos los pequeños y bellos momentos. Oraba par que todos aquellos que he amado fueran bendecidos. Oraba para que el mundo fuera bendecido.

Tal vez el mayor obstáculo para muchos de nosotros sea la idea de la oración. Hay una vieja broma que dice que los cristianos oran a Dios, mientras que los unitarios oraríamos “A Quien Corresponda”. Muchos de nosotros, si oramos, no sabemos a quién oramos...o si lo sabemos, sabemos que no oramos al innecesariamente severo Dios de la Biblia hebrea. Algunos de nosotros nos preocupamos tanto del viejo, rudo y juzgador Dios de la Biblia, que incluso la palabra misma 'oración' nos incomoda. He hablado en algunas congregaciones UU donde usar las palabras 'Dios' y 'oración' de manera positiva me harían merecedor de un reproche severo a la hora del café... si es que se esperaran hasta ese momento.

Pero aquí está la cosa. Creo que el acto de orar es intrínseco a la naturaleza humana y que la religión organizada se ha apropiado indebidamente de esta cualidad intrínseca y la ha convertido en una herramienta de mercadeo de su deidad preferida. Que la hayan tergiversado para determinados fines no significa que hayamos de desechar la idea misma de la oración. Después de todo, las oraciones no matan a la gente, la gente es la que mata a la gente.



Tengo una confesión que hacerles: a veces oro. Ahí está, ya lo dije. Así es, A veces oro...frecuentemente por accidente. La semana pasada mi hija Elora se nos perdió de vista mientras deambulaba por el barrio luego de obscurecer. Se trató de un caso de falta de comunicación entre los padres. La encontramos bastante pronto, fue un pequeño disgusto, nada realmente grave. Sé que oré cuando salí a buscarla. No sé que palabras compuse en mi cabeza, no sé si las dije en voz alta, ni a quién las dirigí, pero espero haber pedido la oportunidad de encontrarla pronto y bien.

El gran predicador estadunidense Howard Thurman (1899-1981) describió una vez la oración como como un viaje interno, a través de un mar interior hacia una isla. En el centro de la isla está un templo, y dentro del templo arde una flama. Ahí es adonde van las oraciones. Esa idea siempre me ha conmovido. Si mis oraciones van a alguna parte, van hacia dentro de mí y hacia cualquier chispa de divinidad que yazga en mí. Mis oraciones apelan a mis reservas interiores y a cualquier capacidad que tenga para convocar la paz y la confianza que calmen mis temores en momentos de tensión y ansiedad.

¿Hay alguna poca ayuda exterior? Quizás, no lo sé. No lo creo, pero sólo es mi opinión. Quizás realmente no importe. Lo que importa es, como dice nuestro himno, La tranquila vocecilla [Que alude a la voz de la conciencia]: “Vocecilla tranquila...calma mis temores, apaga mis lágrimas.” Luego de hacerlo, siempre me encuentro pleno de gratitud. Misma que debo expresar...no tiene que ser escuchada por nadie más.

No iré tan lejos como para afirmar que haya que añadir plegarias a nuestro arsenal, como Diane dijo respecto a ella misma. Pero diré que muchos de nosotros estamos notablemente mejor y nos sentimos más seguros al ser capaces de encontrar palabras, algunas ideas, algunos sentimientos compartidos que nos calmen, nos apacigüen e inspiren para proseguir con nuestra vida.



Tal vez por ello tanta gente ha tratado de reescribir el Salmo 23. Reconocen su poder en otros y quieren un poco para sí mismos.

Concluyo con otra versión...



El Salmo 23 de los humanistas religiosos

La vida misma es mi guía. No me será negado su poder de sustento.
La verde tierra me provee de mi espléndido alimento.
Los frescos y quietos estanques reaniman mi espíritu.
Una intuición profunda me conduce por el camino que es verdadero para el bien de la existencia misma.

Incluso aunque camine por el valle de las obscuras sombras que impiden saber dónde la vida inevitablemente ha de conducir a la muerte, finalmente no temeré, pues la energía del universo mora en mí.

Las herramientas que me evitan darme a la desesperación, son un consuelo para mí. Incluso frente a las amenazas a mi bienestar y a mi vida misma, el Espíritu de Vida me nutre, me honra con su presencia y me recuerda que realmente tengo más de lo que necesito. Seguramente la bondad y el desprendimiento me irradiarán constantemente. Habitaré en este universo con sus procesos por siempre transformadores.








Reflexi´on sobre el Salmo 23 por Brian J. Kiely - Get more Business Documents

1 comentario:

Karem Barratt dijo...

Hermosa reflexion -yo tambien he tenido problemas para regresar a la oracion, ahora que la idea de la divinidad no es una certeza escrita en piedra si no un proceso de reflexion, meditacion y descubrimiento. A veces siento la oracion en la garganta, mas veces de agredecimiento que de peticion, y me ahogo las palabras por no saber a donde dirigirlas. Intentare llevarlas a la flama interior, a ver que pasa...